Una ventana fundamental para la narración, de la misma manera que suele haber también los cuartos inhóspitos de hotel que pintó Edward Hopper...
Las ventanas como una parte dentro de la propia arquitectura narrativa. Fragmento de Dolores Soler-Espiauba.
Martín Gaite desde la mirada de Dolores Soler-Espiauba
En reiteradas ocasiones fue invitada Carmen Martín Gaite a presentar su candidatura a un puesto en la Academia de la Lengua. Siempre la rechazó: "La Academia para los lingüistas, yo sólo soy una escritora". A mí siempre me dolió esta ausencia, que en un principio achaqué a la proverbial misoginia de la "Casa", porque siempre pensé que si alguna mujer en España merecía un sillón en aquel recinto, era ella. Y me escocía aquel sillón vacío. Pero a ella este asunto parecía importarle mucho menos, como tantas otras cosas.
A través de la ventana, CMG nos asoma a la realidad, la realidad de su juventud, de su edad madura, del país en que le tocó vivir y de las diversas etapas que este atravesó. A veces esta ventana puede convertirse en un espejo e, invirtiendo su función, nos conducirá, como a la heroína de Lewis Carrol, al mundo interior de las heroinas, nos llevará al mundo de sus sueños, al de los sueños de tantas mujeres, y también al de sus frustraciones e incluso al de su desesperación.
Se nos fue con la discreción y elegancia que le eran habituales. Sin tambores ni alharacas, como la gran señora que sabe permanecer en su lugar hasta el final, con su boina ladeada y su cuello de encaje, como alguien que no le hace concesiones a la enfermedad ni a la muerte. Nos dejó sus escritos, su mundo, sus objetos, sus mujeres, su ventana... esa ventana a través de la que tanto he aprendido y en cuyo alféizar tantas veces me acodé, maravillada. La última vez que estuve en Madrid, en mi barrio, en nuestro barrio, evité, haciendo irracionales desvíos, su fachada, su azotea, su ventana. Esa vez sí que sabía que ella ya no estaba.